¿Cómo te gustaría ser cuidado? Ponte en mi lugar.
Tal y como señala Naciones Unidas: “el maltrato a personas mayores es un problema social mundial que afecta la salud y los derechos humanos de millones de personas de edad en todo el mundo, y un problema que merece la atención de la comunidad internacional.”
La Resolución aprobada por la Asamblea General el 19 de diciembre de 2011 declara el 15 de Junio como el Día mundial de la toma de conciencia contra el abuso y maltrato en la vejez, una jornada de reflexión y debate sobre unas conductas intolerables que vulneran los derechos más elementales de las personas, y en especial de aquellas que se encuentran en situación de vulnerabilidad, fragilidad y dependencia.
Aunque desde los Organismos internacionales, el maltrato a las personas mayores es calificado (con total acierto) como un importante problema de salud pública, es importante destacar también la trascendencia ética que subyace ante conductas de este tipo, dirigidas a personas en situación de fragilidad, dependencia, deterioro cognitivo… en definitiva a un sector especialmente indefenso de esta sociedad que cada día vamos construyendo y hasta cierto punto disfrutando.
Y es que cuando hablamos de personas mayores, muy mayores, y en muchos casos con su capacidad de decisión muy mermada, estamos ante un grupo de ciudadanos con los que el umbral de tolerancia con su vida cotidiana es excesivamente alto. Hace ya muchos años que denunciábamos el hecho de que situaciones que se han incorporado a la normalidad en este grupo de población, sería impensables con otros perfiles de personas: ingreso en instituciones sin contar con su aprobación, organización de la vida cotidiana desde un modelo cuartelario, infantilización continua en su vida social, transmisión de una imagen de gasto y carga social sobre la vejez con aparente fundamentación académica…
Pese a que en fechas recientes este asunto ha comenzado a ganar visibilidad, el maltrato a personas mayores sigue considerándose un tema tabú, en muchas ocasiones un asunto esencialmente privado que debe permanecer oculto, y donde además, la víctima suele depender económicamente de la persona que ejerce el maltrato. Quizás por eso continúa siendo uno de los tipos de violencia menos investigado, ausente en las encuestas nacionales, y también olvidado o minimizado en las planificaciones gerontológicas de los países.
Hoy hablamos con Mayte Sancho, directora de Planificación de Matia Fundazioa, para abordar este tema:
P.- Mayte, en más de una ocasión usted ha defendido que la discriminación es la base del trato inadecuado. En la misma línea, Alana Officer (de la OMS) habla del edadismo como un tipo de discriminación socialmente aceptada: “Desde muy pequeños interiorizamos inconscientemente actitudes y estereotipos negativos asociados a la vejez que explican por qué las personas mayores a menudo tratan de mantenerse jóvenes y sienten vergüenza de envejecer”. ¿Por qué cuesta tanto socializar este tipo de maltrato? ¿Cómo cambiar esta mirada?.
Efectivamente, estereotipos, discriminación por razón de edad y mal trato están fuertemente relacionados. Creo que el asunto “roles” asociado a la actividad profesional, es uno de los factores determinantes para estas perversas asociaciones.
Cuando las personas se jubilan, pierden su rol profesional, que da sentido y espacio a su vida. Si perdemos la función, el papel social, también perdemos parte de nuestro valor social. En la práctica es así y abre la vía para tratar de manera diferente a una persona. ¿Qué tal si empezamos a pensar que una enfermera es siempre enfermera y conservamos su profesión en el trato con ella?. Merecería la pena disponer de observación sistemática sobre estos aspectos: como nos comunicamos con una persona cuando nos dice que es “jubilada”, cuando parece que el haber sido costurera, medica, directiva o fontanero no tiene sentido ya y se impone la “homogeneidad” de la edad: empezamos a hablar mas alto a estas personas, intentamos ayudarles cuando no lo necesitan, en definitiva infantilizamos la comunicación, con todas sus consecuencias.
P.- Y a su juicio, ¿cuál es la realidad en los centros? ¿Se cuida “bien” a las personas que viven en ellos? ¿Los casos de mala praxis son casos aislados o estamos ante un problema de fondo, algo sistémico?
Creo que en general el cuidado que se ofrece en los centros residenciales de personas mayores es correcto. Los profesionales tienen habilidades suficientes para cuidar adecuadamente.
Pero desde que trabajamos en el marco de la Atención centrada en la personas, intentamos ir mas allá de lo técnicamente correcto. La reflexión sobre la dignidad de las personas, nos interpela cada minuto, muy especialmente porque ellas necesitan mucha ayuda, y también comunicación afectiva, interacción y esto que la investigación cualitativa ha identificado como “ponerse en su lugar”.
En Matía, en torno a esta especie de lema, hemos realizado un conjunto de materiales audiovisuales que escenifican situaciones de trato mejorable, no constitutivas de maltrato, pero lejanas a lo que podríamos calificar como buen cuidado. También hemos grabado escenas de “buen trato”, sencillas, cotidianas, multidimensionales. El buen trato tiene múltiples manifestaciones, no es unidireccional, sino que se ofrece en coherencia con las características de personalidad de cada uno, con total naturalidad. Con estos materiales y una pequeña guía de uso, estamos validando esta iniciativa en nuestros centros con excelentes resultados.
Lo que a primera vista observamos es que “el umbral de tolerancia” ante conductas inadecuadas está cambiando claramente. Y algunos comportamientos extinguiéndose.
Algunos de estos resultados se presentaran en el Curso de verano: “Buen trato y envejecimiento. Implicaciones prácticas” que organizamos con la UPV y Zahartzaroa los próximos días 11 y 12 de julio en Donosti, y al que os animo encarecidamente a apuntaros.
P.- ¿Cree usted que también deberían de realizarse intervenciones de este tipo en ámbitos comunitarios?
Por supuesto. La infancia es el mejor momento para que los niños integren en su conducta un trato de igualdad con las personas mayores. Desde el respeto mutuo, pero también desde la igualdad y el afecto que genera sentirse cuidados cada día por personas mayores, sus abuelas y abuelos. Qué mejor momento que esta etapa en la que el cuidado y el “mimo” aparecen con naturalidad en las relaciones.
También creo que es fundamental que en los entornos profesionales mas especializados, revisemos nuestra conducta y valoración de las personas mayores, sobre todo cuando necesitan ayuda.
Matia difunde hoy un pequeño vídeo (LO MEJOR PARA ELLA) en el que se refleja con claridad palmaria lo que supone una conducta que no tiene en cuenta ni los deseos, ni la opinión de las personas en la toma de decisiones que cambiaran el rumbo de su vida. Es terrible que estas situaciones se produzcan con tanta frecuencia……
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