¡Mejorando la atención! Un cambio cultural desde una visión de equipo
Es difícil saber por dónde empezar para describir lo que mis compañeras y yo hemos vivido durante estos dos últimos años en Rezola. Empezaremos diciendo que los principios en cualquier situación, nunca han sido fáciles y en esta ocasión no iba a ser una excepción.
Como explicar a un grupo de residentes que de repente su forma de vida en nuestro centro, iba a cambiar. Cómo explicarles que íbamos a intentar trabajar de otra forma. Al principio les costó mucho aceptar que de un día para otro íbamos a poner la mesa para comer, o poner la lavadora con sus prendas más delicadas, o salir a hacer recados…es decir, queríamos intentar que realizasen las cosas que habitualmente hacían en sus casas antes de venir al centro. Intentamos trasladar todas estas actividades cotidianas a nuestra unidad, empezando todas nosotras con mucha ilusión y creo que ellos también lo vivieron de la misma forma.
Durante los primeros seis meses todo fueron novedades: comer todos juntos en la misma mesa, salir a hacer recados, cocinar, salir a un centro comercial, no llevar uniforme que al final no nos ha resultado práctico en algunos momentos utilizando ropa de calle y muchísimas más actividades que podría nombrar, y que han resultados muy gratificantes tanto para las personas que han participado en el proyecto como para nosotras.
Más tarde comenzamos a observar que había también otros factores muy importantes, como los sanitarios, que quizás no habíamos cuidado lo necesario o que nos daba más miedo decidir sobre ellos. Tal vez el tener que tomar decisiones que hasta el momento siempre habíamos trasladado a la enfermera nos resultaba complicado, lo que no quiere decir que las enfermeras no nos apoyasen sino que en algunos momentos se tenían que mantener más al margen para valorar el proyecto.
También comentar que en algunos momentos nos hemos sentido algo presionadas, ya que este modelo exige realizar diferentes tareas a las que realizábamos hasta entonces y que en algunas ocasiones nos resultaban difíciles de llevar a cabo sintiéndonos algo frustradas y con sensación de fracaso. Pero hemos remontado y aprendido a manejar estas situaciones complicadas.
Con el tiempo hemos aprendido que hay cosas más importantes que el poner un lavavajillas, o cocinar, para hacer que las personas mayores se sientan como en su casa. El simple hecho de charlar con ellos, un paseo o estar con ellos cuando ellos te necesitan, es decir dedicarles esa atención que le proporcionarías a tu familiar.
Hoy en día puedo decir que todas las auxiliares que hemos participado en este proyecto hemos aprendido a conocerles y sabemos muchas veces sin que nos digan nada lo que les sucede y eso hace mucho más fácil el trabajo con ellos. También la relación que hemos mantenido entre nosotras, ha mejorado mucho, nos hemos conocido mucho más ya que al estar siempre trabajando las mismas hemos aprendido a respetar las opiniones de todas, aunque tampoco penséis que esto ha sido de un día para otro. Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero a día de hoy si tuviera que volver a participar en este proyecto no tengo ninguna duda de que elegiría a las mismas compañeras.
En resumen creo que ha sido una experiencia positiva, agradable, en la que hemos aprendido mucho y sobre todo en la que hemos cuidado mejor a las personas de nuestro centro. Ha sido una verdadera satisfacción trabajar de esta manera.
Equipo Auxiliar Centro Rezola
Matia Fundazioa