Cuando el miedo se pone en el centro de la vida de un grupo, una organización, una sociedad, parece que tiñe su realidad. Todas las personas colocan en él su foco extendiéndolo por todas las dimensiones de lo que está ocurriendo. El miedo se convierte en el centro de la interpretación y, dependiendo de cómo y quién lo defina, determina el tipo de repuestas individuales y colectivas.