Validación española de la herramienta de evaluación de la atención centrada en la persona (P-CAT)
La existencia de una población envejecida en los países desarrollados ha provocado un aumento significativo de la necesidad de una atención profesional para las personas mayores dependientes, además de un gran interés por todo lo relacionado con la calidad de la asistencia que ofrecen los servicios de atención a las personas mayores (Zubritsky et al., 2013). Dentro de estos servicios, los centros de atención tradicionales son objeto de crítica debido a la rigidez de su organización, la uniformidad de las prácticas de asistencia y a la falta de una atención personalizada (Koren, 2010).
Todo ello provoca que a las personas mayores que viven en esos centros les resulte difícil tomar sus propias decisiones, controlar su entorno diario o vivir de acuerdo con sus propios valores, preferencias y deseos. En este contexto surge un nuevo enfoque de atención centrada en la persona (APC), cuyo objetivo consiste en integrar las prácticas basadas en los datos disponibles con una personalización real de la atención y la asistencia, de tal forma que las personas pueden conservar el control de su vida diaria (De Silva, 2014; Martínez, 2013).
A pesar de que se puede seguir la pista de los orígenes de la APC hasta Rogers (1961), este enfoque ha emergido en diferentes áreas y servicios, como la atención a las personas con demencia (Brooker, 2007; Kitwood, 1997). No existe ninguna definición universal, unificada y aceptada para el enfoque de la APC; al contrario, la mayoría de los autores destacan su complejidad y multidimensionalidad (McCormack, 2004; Nolan, Davies, Brown, Keady y Nolan, 2004).
Entre los componentes que más se citan se encuentran, en primer lugar, aquellos relacionados directamente con la atención personalizada; el reconocimiento de que cada persona es un ser singular y valioso (Brooker, 2007; White, Newton-Curtis y Lyons, 2008), la comprensión de la historia vital y el estilo de vida de las personas a las que se cuida (Chappell, Reid y Gish, 2007; Edvardsson, Fetherstonhaugh, Nay y Gibson, 2010; White et al., 2008), la promoción de la autonomía personal (Chappell et al., 2007; Edvardsson, Fetherstonhaugh, et al., 2010; White et al., 2008), y la organización de la vida diaria de forma que tenga un sentido y un significado para el individuo (Sancho y Yanguas, 2014).
Además, también se han identificado otras dimensiones relacionadas con el entorno de la asistencia, como la atención individualizada (Brooker, 2007; Edvardsson, Fetherstonhaugh, et al., 2010), el diseño del espacio físico (Edvardsson, Fetherstonhaugh, et al., 2010; White et al., 2008) y otras variables relacionadas con la organización (Chappell et al., 2007; Edvardsson, Fetherstonhaugh, et al., 2010; White et al., 2008).